Masiva concurrencia peregrina al lugar del martirio
La comunidad diocesana de Orán celebró la fiesta litúrgica de los beatos Mártires del Zenta, Pedro Ortiz de Zárate y Juan Antonio Solinas SJ, con una peregrinación el sábado 26 de octubre al santuario ubicado en localidad de Pichanal, donde se produjo el martirio y hasta donde llegaron indios omahuacas, criollos, mulatos y mestizos, hombres, mujeres y niños.
Allí, el obispo de Orán, monseñor Luis Scozzina OFM presidió la Eucaristía y destacó: «Hemos peregrinado a este santuario, donde el signo de la memoria de nuestros mártires está en esta cruz, en la cual tomamos gracia. Este es el signo: la cruz que cada uno lleva en su vida y en su corazón, asociados a la cruz de Cristo».
«Este es el testimonio de los mártires, testimonio de un amor que sabía que a quienes iba dirigido el anuncio se corría el riesgo de la vida. No quisieron tener un ejército que los defendiera, vinieron con el único poder, con la fuerza que nace de la adhesión al Evangelio de Jesús, con la fuerza de Dios. Que gran enseñanza para nosotros, hombres y mujeres de la Nueva Orán», animó.
A su vez, invitó a contemplar el ícono que quedó como parte de la canonización de los mártires: una comunidad misionera. «De esto no nos tenemos que olvidar, si bien la Iglesia beatificó a los dos que tenían nombre, se santificó toda la comunidad que vino a acompañar la obra evangelizadora. Ese es el icono en donde nos tenemos que ver reflejados. Esa es la encarnación del Evangelio que queremos pedir para nuestra diócesis, con esta multiplicidad de rostros que es nuestra diócesis. Esto es lo fundante de nuestra comunidad diocesana», enfatizó.
«Necesitamos, para caminar juntos, primero el respeto de la diversidad que somos», aseguró, destacando la diversidad en los ministerios y la diversidad de los carismas que Dios da a cada uno: «A cada miembro del Pueblo de Dios da una gracia por el Bautismo. Todos tenemos una gracia y un don para ofrecer en la misión compartida de la evangelización, puesto al servicio de los demás».
De esto no nos tenemos que olvidar, si bien la Iglesia beatificó a los dos que tenían nombre, se santificó toda la comunidad que vino a acompañar la obra evangelizadora. Ese es el icono en donde nos tenemos que ver reflejados.
Y dirigiéndose a cada uno añadió: «La tenés que descubrir vos en la oración ante el Santísimo. Vos tenés que asumir tu misión en la Iglesia diocesana. Cada uno viviendo esta pertenencia que significa vivir un camino de reconciliación».
«Aceptar que nos equivocamos, que no siempre queremos hacer el bien, no siempre lo hacemos», planteó, y condenó a quienes rompen la comunión: «Todo signo que rompa la comunión no es de Dios. En la división está el maligno».
Finalmente, alentó a «ser fieles porque Dios nos ha dado la gracia, un don para el servicio, no para tener más poder o ponerse por encima de los demás». Y concluyó animando a pedir la gracia de la reconciliación, del perdón; «El camino de la reconciliación es el camino que esta Iglesia diocesana necesita vivir para poder caminar juntos».
La peregrinación se completó el domingo 27, con la celebración de una misa en honor a los Beatos Mártires del Zenta y la consagración virginal de Silvina Aparicio.+
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