Madre que cobijas el monte santiagueño,
que conoces los misterios ocultos aquí,
que calmas los dolores de la tierra seca,
que sacias la sed de quienes la habitan…
Virgencita de Huachana, bien conoces el corazón
de cada paisano.
Tu presencia es el ancla que nos mantiene firmes
cuando la vida parece demasiado en el pago.
Las doñitas comentan que te gusta responder en
abundancia, y cierto es,
He sido testigo de tu amor generoso cuando
en aquellos tiempos la cosecha se perdió.
Virgencita de Huachana, hoy te encargo mi gente,
mientras lejos ando sin rumbo cierto,
sostén mi mano y como el gallo despierta al monte,
Tu despierta mi alma cuando quiera olvidar mi tierra.
