5 b

5. Hallarse es saberse vivo

por Belu Birri

En unos días cumpliré un año viviendo en Chaco. Entre intuiciones, incertidumbre, miedos y una confianza que, aunque a veces tambalea, nunca desaparece, sigo recorriendo este camino. Al cruzarme con distintas personas, siempre hay manifestaciones de asombro por el hecho de que alguien de Córdoba elija Chaco para vivir, pues son muchos los chaqueños y chaqueñas que migran principalmente al centro del país en busca de oportunidades. Luego, entre gestos de cercanía y curiosidad, aparece una pregunta que lleva meses siendo novedad para mí: “¿Te hallás?”

Esta semana, junto a una profe que es tutora de jóvenes de nivel secundario, visitamos las casas de algunos de ellos para relevar sus realidades y tener material que nos ayude a buscar padrinos y madrinas que puedan acompañarlos con una beca. Cuando llegamos a la casa de Vicenta, la encontramos con sus dos hijas cargando tanques y bidones de agua desde una perforación comunitaria que recientemente se construyó cerca de su vivienda. Habiendo terminado su labor, nos sentamos a la sombra y comenzó la ronda de mates: charla va, charla viene, tortitas dulces y muchas anécdotas.

Al despedirnos, le digo entre cómplice y divertida a la profe: “Qué difícil hacer una visita rápida, imposible interrumpir estas conversaciones.” Ella sonrió y me respondió: “Es que llegás, te hallás y no te querés ir más.”

Es así que intuyo la respuesta a aquella pregunta: sí, me hallo. Me hallo llegando a una casa y siendo recibida con tremenda hospitalidad. Me hallo en el pan casero que sale del horno de barro, en los mates y los tererés compartidos. Me hallo contemplando la fuerza y sabiduría del monte, el esplendor de los atardeceres y recorriendo los caminos más polvorientos por los que alguna vez anduve. Me hallo almorzando los ñoquis de Moni. ¡Uf! Qué mujer la Moni. Qué placer llegar a su casa, qué regocijo ser recibida como una hija y sentir que tienes un hogar al que siempre puedes volver para descansar.

Quizás hallarse no sea más que eso: dejarse afectar por el otro, anclar un pedacito de uno en cada encuentro y en cada historia compartida. Porque, en medio de las intuiciones y los miedos, también hay confianza. Confianza en que hallarse no es llegar a un destino final, sino aprender a quedarse un rato más en cada encuentro que nos abraza el alma.


Sitio independiente de noticias miradas y recursos compartidos