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30. Camino, caminás, caminamos

Tengo la sensación de que lo que hacemos en diciembre, en la vida en general, es señal de que vamos concluyendo una etapa. En Monte Adentro, concretamente, seguimos con los cierres en cada paraje. Esta semana fue el turno de Aguacerito, en conjunto con la muestra anual de la escuela. La dire Vilma y la seño Vicenta prepararon un recorrido de algunos contenidos vistos durante el año. Junto con sus estudiantes, hicieron unas maquetas de animales vertebrados. Gracias a eso conocí al ajolote, un anfibio muy simpático, al menos en apariencia. También explicaron cómo fabricar unas hermosas macetas, hechas con el aserrín que iba quedando del taller de Carpintería. Por nuestra parte, el profe Nico, de apoyo escolar, compartió unas leyendas que analizaron con el grupo de los grados más altos. Leyeron la historia del Pomberito, el Lobizón y la Luz Mala. Las familias compartieron luego experiencias o relatos que les llegaron y concluimos en que en los tres casos, son personas pidiendo ayuda para cuidar la naturaleza, para ser libres, para descansar en paz. Don Orlando y Chano le mostraron a la comunidad el camino hasta llegar a extraer miel, en el marco del taller de Apicultura, y algo de lo fabricado en Carpintería. Escuchar, aprender, compartir, valorar.

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El viernes fue el acto de fin de curso de la secundaria de Boquerón, con el protagonismo de quienes se egresaban. Diez fueron este año, incluido Hernán, quien, a sus 25 años, terminó el BLÁ (Bachillerato Libre para Adultos). Hubo medallas, discursos, aplausos, fotos. Hubo lágrimas, risas, abrazos. Al terminar el acto, en el mismo patio se corrieron las sillas y se pusieron las mesas para cenar. Cada familia, de adolescentes de los distintos cursos, llevaba algo a la canasta. Lógicamente, celebré con la mayoría y probé lo que llevaron, recorriendo las mesas. No en todos los parajes hay secundaria, así que a Boquerón asisten de distintos parajes. Por lo tanto, me fui encontrando con gente de otras comunidades, a la que vi tal vez en una actividad en estos dos años, en unos casos, o con la que tengo un trato más cotidiano, en otros. Cuando la gente te saluda, esa diferencia no se nota. Cuando la gente me saluda, siento su alegría, la de coincidir, la de compartir en el monte, la de cruzar miradas con quienes recorremos sus caminos (los de tierra y los de la vida).

Anoche tuvimos la cena de fin de año del equipo de Monte Adentro. Los cambios de fecha de último momento, por las lluvias que van y vienen, provocaron que la mayoría no pudiera asistir. Siempre se siente la nostalgia de las ausencias, pero también el disfrute de las presencias. Jugamos a responder preguntas, al Kung Fu Panda y a algo parecido a la guerra de canciones. Ganamos premios como sandías, turrones, melones y panes dulces. Comimos papas fritas, maní, palitos y empanadas. En el juego de las preguntas hicimos un recorrido implícito por el camino de este 2025, que me lleva a agradecer tantas oportunidades, tanta generosidad, tanto trabajo, tanta hospitalidad y tanta sencillez del monte chaqueño.

“Caminante, son tus huellas / el camino y nada más / Caminante, no hay camino, / se hace camino al andar”, Antonio Machado

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