Con un pie en diciembre, ya empezamos a cerrar el año. En cada paraje hacemos una muestra de todo lo trabajado durante el año y así compartir con la comunidad los espacios de Monte Adentro.
En Boquerón tuvimos la posibilidad de ver esfuerzos y logros de Apicultura, Carpintería, Gastronomía, Costura, así como de la Escuela de Fútbol y el apoyo escolar. Fue una tarde calurosa, de recorrer el año, de juegos, despedidas, cumpleaños, cortes de luz, risas, emoción, pizzas y baile. Fue una tarde de encuentros, de reconocer la vida que late en cada corazón, de agradecer las oportunidades y las personas con las que caminamos.
La profe Mari, en Basilia, les pidió a las familias de quienes van al apoyo escolar que les grabaran un video con lo que quisieran decirles. Una sorpresa muy linda para ese grupo de niñas y niños, que pudieron ver ese día. Había nervios en cada filmación, pero también coraje de poder expresar lo valioso de sus criaturas. Qué hermoso fue ver que salían corriendo al terminar la proyección, para abrazar a sus familias.

Para ir al cierre en Gramillar, el profe Diego, de Apicultura, me pasó a buscar. Tuve la gracia de que me contara algunas cosas profundas de su vida, momentos de oscuridad y de luz, de salir adelante. Diego vive en Castelli, se dedica casi totalmente a las abejas, a todo lo que se pueda hacer con la miel, a la cría de codornices. Le apasiona el monte, la naturaleza. En la muestra, explicó el proceso, llevó miel en distintos formatos, presentó el traje y algunos elementos que usan en el taller, respondió inquietudes, rescató la importancia de las abejas en el ecosistema. Todo con paciencia y serenidad. Diego me emocionó al expresar lo generoso que, según él, es Dios, manifestado en su vida, a pesar de las dificultades que ha tenido. Diego me conmovió al afirmar que Dios ha puesto gente en su camino que lo acompaña y me hizo pensar en quienes me rodean, en la delicadeza y el cariño que recibo.
Esta fue la última semana de la Pochi y Mari, profes de apoyo escolar, que habían venido por un año. Dejan su huella y se llevan un pedacito de monte, nos enriquecen como equipo y se llevan experiencias. Entre cierres y despedidas, es inevitable recorrer la historia, mirar de frente todo lo aprendido (por la vía positiva o por la vía negativa), lo que hubiésemos querido hacer y no pudimos, los errores y aciertos, lo que dijimos y callamos. Al final, me quedo con la certeza de que lo que trasciende todo es el amor: los vínculos, el compartir, los abrazos, el perdón.
«Porque después de todo he comprendido / que lo que el árbol tiene de florido / vive de lo que tiene sepultado», Soneto, Francisco Luis Bernárdez
