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8. Encender-nos la conciencia

A lo largo de estas semanas hicimos atenciones nutricionales en los parajes El Asustado, El Gramillar y Santa Carmen. En los dos primeros ya conocíamos a la gente y la nutricionista había detectado casos de riesgo de bajo peso o baja talla y también algunos que ya no eran un “riesgo”, sino un hecho. A esos casos los acompañamos con un bolsón de alimentos, para que eventualmente se recuperen. A veces, eso lleva mucho tiempo. Esta vez, a una niña de un poco más de un año ya no tuvimos que darle el bolsón porque en los últimos meses ha mejorado. Santa Carmen es un paraje nuevo para Monte Adentro, a unos 70 km de la ciudad de Castelli. Esa atención fue una de las primeras actividades que hicimos ahí. Flor, la nutricionista, atendió a 15 peques de hasta 6 años. La mitad estaba en riesgo. Un niño de un año había bajado 2 kilos en un mes. A partir de los síntomas, se deduce que es un problema con el consumo del agua. En una crónica pasada, yo hablaba de cosas “tristes” que veo acá y alguien me corrigió, diciendo que son, en efecto, “injustas”. Muchas veces pienso en quienes toman (o no) decisiones respecto de los derechos de otras personas, como la salud o la educación, como poder acceder al agua potable. Qué distinto sería si mirásemos la realidad de quienes sufren con un corazón más compasivo.

El fin de semana pasado vivimos una de esas injusticias, ecológicamente hablando. Han incendiado una parte de El Palmar, a 20 km de Tres Isletas. El desmonte viene siendo una constante en estas tierras, que está arrasando unas 50 mil hectáreas por año. Se lo puede ver en muchos parajes: topadoras y árboles desplomados. Desde luego, en estos casos también se lo puede oler. Los bomberos no podían apagar el incendio porque “no se puede ingresar a una propiedad privada”. En El Palmar he visto los atardeceres más lindos de mi vida. Es de esos paisajes que los ojos no parecen terminar de abarcar; es un escenario que convoca, que no pasa desapercibido, que me hace pensar en lo maravilloso de la creación. Hoy es, en parte, un paisaje negro, que grita silencioso la miseria humana, la ambición, la indiferencia. Somos el sujeto del cambio climático, en tanto que somos quienes lo provocamos, pero también somos el sujeto que puede evitarlo, que puede recordar la importancia de cuidar la vida, de cuidarnos mutuamente.

“No podemos realmente amenazar la Tierra. Siempre sobrevivirá. Lo que estamos amenazando es nuestra supervivencia”, David Attenborough


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