El monte chaqueño está en constante movimiento: los lapachos florecen y, a la vez, sus hojas caen, dejando una bella “alfombra” a sus pies; hay árboles que crecen, mientras otros son desmontados; más de 30 grados de calor pueden bajar a la mitad por el repentino soplo de un viento sur. Monte Adentro está en constante movimiento: nos visitaron Unicef y la empresa Takeda, gracias a quienes llevamos adelante varias acciones desde hace un tiempo; vinieron Gloria y Santos, de Ashpa, a dar capacitaciones en telar, enseñando y aprendiendo de las mujeres que participan en ellos; fuimos a una feria en Resistencia, a vender los productos que se realizan en nuestros talleres de Costura, Carpintería y Telar; estuvieron tres compañeras del equipo de Buenos Aires, compartiendo Encuentro de telar en Gramillar nuestra labor cotidiana; tuvimos el encuentro anual de Monte Adentro, con todas las personas que trabajamos en la fundación, en el que Ingrid, especialista en oratoria, nos regaló un momento para practicar y reflexionar sobre la comunicación. Todo eso (y tantas cosas que no entran en este relato) pasó en solo dos semanas.

A quienes pasan por acá me gusta pedirles una palabra con la que se quedan de esta experiencia. Tres personas que de distintos grupos dijeron “esperanza”. Es conmovedor cómo un simple encuentro, en una realidad distinta, puede sembrar esa semilla de que aún hay posibilidad; cómo, mientras se oyen los ruidos de un aserradero, un majestuoso algarrobo da su humilde testimonio de vida.
Experimentar todo esto me lleva a recordar dónde estoy, qué descubro, con quiénes camino, qué elijo… Más allá de la decisión libre de pertenecer a Monte Adentro, de creer en su propuesta y en el bien que hacemos quienes trabajamos acá, siempre me ayuda volver a tomar consciencia de todo lo que se genera a partir del granito de arena que aportamos. Más allá del cansancio, de la cantidad de cosas que hay para hacer, del contexto desfavorable en muchos sentidos, me quedo con la alegría del encuentro, la maravilla de la naturaleza, el trabajo en equipo, la posibilidad de ser puente, la vida misma, que es siempre capaz de engendrar más vida.
“Cómo voy a creer / dijo el fulano / que el mundo se quedó sin utopías / cómo voy a creer /
que la esperanza es un olvido / o que el placer una tristeza”, Utopías, Mario Benedetti
