Junio ha sido un mes de mucha intensidad, como cada mes en el Chaco, en Monte Adentro. Miro hacia atrás y veo talleres, apoyos escolares, atenciones nutricionales, encuentros, comidas, viajes en camioneta, viajes en moto, lluvia (mucha), sol, humedad, frío… Todo eso y más, atravesado por la alegría, el cansancio, la novedad, lo cotidiano. Ningún día es igual a otro, más allá de que en el equipo hay funciones y objetivos (como en cualquier trabajo). Necesitamos la claridad de lo que buscamos y, a la vez, la flexibilidad para adaptarnos activamente a la realidad. El contexto nos condiciona: lluvias, distancias, problemas con la moto. El desafío está en comprender que nos condiciona, pero no nos determina, que siempre podemos recurrir a la creatividad; en descubrir las posibilidades dentro de lo “no planeado”.

La cancelación a último momento de una actividad en un paraje nos dio el tiempo para visitar El Asustado con Valen, compartiendo la misa, un encuentro con las maestras y un almuerzo en lo de don Rivarola y su esposa Mari. La lluvia suspendió la Copa del Monte un finde y nos permitió jugar esa fecha este sábado en Matanza, con un cálido recibimiento de esa comunidad (aunque con baja temperatura). La comida con un grupo voluntario en lo de una familia en Campo Alto se había cancelado por temas de salud y la hicimos este sábado, con Belu y Pablo, del equipo de Monte Adentro de Buenos Aires, que justo estaban visitándonos. Podría dar muchos ejemplos de este tipo, donde algo que se frustra abre la posibilidad a lo que no habíamos proyectado.
Este mes vi el entusiasmo en los talleres de Telar, Carpintería, Costura, Mecánica de Motos, Apicultura, Gastronomía y en cada partido de la Copa del Monte. Vi alegría en adolescentes que reciben la Beca Joven Rural (una ayuda económica, socioemocional y pedagógica para terminar la secundaria) y en Silvia, una mamá cuya hija ha recuperado peso gracias a su esfuerzo y al acompañamiento de Monte Adentro. Concentrarnos en la vida que sigue su curso, incluso a través de las adversidades, nos abre a la esperanza, en un paraje rural del Chaco o en cualquier lugar del mundo donde estemos.
“Ten fe en el alma humana, (…) no escuches a los prudentes, porque el alma humana puede lo imposible”, El pobre de Asís, Nikos Kazantzakis
