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10. El círculo virtuoso de la entrega

Este fin de semana vino un equipo médico de la fundación Todo por Todos, que hizo atenciones en el hospital de Tres Isletas y en dos parajes que acompañamos desde Monte Adentro. Unas 50 personas viajaron en autos y camionetas desde Córdoba, Santa Fe, Rosario, El Calafate y Uruguay. Llegaron el jueves y esa tardecita hicieron una atención especial en el pueblo para personas con discapacidad. Viernes y sábado se dividieron en dos grupos: uno se quedó en Tres Isletas (para el público en general) y el otro se fue al campo.

En Boquerón, donde estuvimos el viernes, lo más requerido fue odontología y traumatología. Dos psicólogas hicieron una actividad sobre las emociones con niñas y niños, para que identificaran cómo se sentían y reflexionar al respecto. Pintaron, jugaron y comieron caramelos. Hubo también pediatría, así que, en paralelo, hicimos una atención nutricional. Clínica (en ambos parajes, con mucha demanda), ginecología, veterinaria y fonoaudiología eran las otras especialidades, además de una farmacia, por si se recetaban medicamentos.

El sábado, en El Asustado, las largas filas se repitieron para las mismas especialidades. En ambos operativos había gente de otros parajes. Uno de los que atendió la farmacia me dijo que los medicamentos que más entregaron fueron por problemas respiratorios, de presión y diabetes.


Los dos días hubo personas voluntarias, tanto del campo como del pueblo, que ordenaron, anotaron a quienes se querían atender, limpiaron, cocinaron para el equipo médico, hicieron la chocolatada para niños, niñas y adolescentes.

Romi, una de las kinesiólogas, afirmó: “La experiencia vivida no tiene precio para nosotros como profesionales, a pesar de sentir que nos faltó tiempo para darles más”. Aun con la sensación de lo que “faltó”, todas las partes estaban agradecidas, unas con otras: el equipo médico con el personal de salud de los parajes, las comunidades con la gente de la fundación que donó su feriado para venir a atender, las enfermeras rurales con profesionales de tantas especialidades que complementaron su labor diaria.

Para mí, una Semana Santa distinta de las que suelo tener. Una semana de trabajo y de opción de vida. Una semana de encarnar mi vocación de servicio, de compañía, de escucha. Una semana que las personas que me rodearon hicieron santa con su entrega.

“Las aventuras verdaderamente grandes son aquellas que mejoran el alma de quien las vive”, Crónicas del Ángel Gris, Alejandro Dolina


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